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El vacío de Miguel Cuevas


Tomado de Islalocal.
Cuentan los que lo vieron jugar que su posición a la hora de batear era muy peculiar, porque abría mucho los pies y parecía “sentarse” en el cajón. Así se mantuvo 13 años en los que no perdonó el más mínimo error de los lanzadores contrarios. En total conectó 83 jonrones y quizás esa cifra no parezca tan significativa hoy; pero hay que situarla en un contexto donde los pitchers eran los dueños del juego en Cuba.
Su nombre es Sol Miguel Cuevas, aunque él ha quedado en la memoria como Don Miguel, el gran señor de los jonrones del béisbol cubano en los años sesenta del siglo pasado.
El Don debutó en las Series Nacionales con 26 años. Su fuerza al bate había despertado el interés de algunos técnicos que lo trajeron a la capital desde su natal Camagüey, para el entrenamiento de la selección nacional que participaría en el Campeonato Mundial de Costa Rica, en 1961; sin embargo, no hizo finalmente el equipo.
En 1962 Sol Miguel, que todavía no era Don, estuvo en la versión inicial de la Serie Nacional y algunos meses más tarde integró la nómina cubana que intervino en los Centroamericanos de Kingston; pero allí no le fueron bien las cosas, ni tampoco al equipo: Cuevas tuvo cinco veces al bate fallidas; mientras el cuarto lugar colectivo no complació a nadie.
Las experiencias internacionales serían más gratificantes para el Don en lo adelante; pero antes ganó dos veces el título de máximo jonronero en las Series, primero con el uniforme de Orientales, en 1963, disparó apenas tres—la cifra más baja de la historia para un líder, aunque en solo 30 desafíos— y luego, ya con Granjeros, conectó cinco en 1965, año en el que mereció también la condición de mayor impulsador, con 28 carreras remolcadas.
Después del fracaso de Kingston, el béisbol cubano “renació” en los Panamericanos de Sao Paulo, en 1963. En aquel torneo hubo dos grandes héroes: el lanzador Modesto Verdura que venció en dos ocasiones a los estadounidenses y el Don con sus tres cuadrangulares y 529 de average.
Además, Sol Miguel, que ya era Don, formó parte de la inolvidable delegación que llegó hasta San Juan, Puerto Rico, en el barco “Cerro Pelado”. En la capital boricua, Cuba recuperó la corona centroamericana en la pelota y el Don bateó para 435, por sus 10 imparables en 23 turnos al bate.
Los éxitos continuaron en las Series. Las 38 carreras impulsadas del campeonato de 1967 le permitieron integrar otra vez la selección a los Panamericanos de Winnipeg; aunque, como reconoció el jugador en una entrevista que apareció en el imprescindible libro “Estrellas en el terreno”, de los periodistas Leonardo Padura y Raúl Arce, ese torneo él preferiría olvidarlo, porque el revés cubano frente a los norteamericanos ha sido uno de los más recordados de todos los tiempos.
En aquellos Panamericanos, el Don no estuvo bien, pues promedió para solo 188, con tres indiscutibles, en 16 oportunidades al bate. Tenía 30 años y quizás algunos pensaron que estaba acabado.
Pero el Don regresó con más energías a las Series Nacionales. Nunca más volvió a integrar el equipo Cuba; sin embargo, en 1968 asombró a todos con sus 86 carreras traídas hacia el plato, un récord que se mantuvo vigente 30 años.
Ya casi en el final de su carrera, el Don obtuvo su tercera y última corona entre los jonrones, una vez más con su equipo Granjeros, al llevar 10 pelotas más allá de las cercas.
La “fórmula” para comprender su rendimiento, a pesar de su edad, estaba en la constante observación del Don de los más mínimos detalles del partido. En una libreta quedaban reflejados los lanzamientos con los cuales había fallado y él trataba de no “tropezar con la misma piedra.” Temido en el cajón de bateo, caballero en todos los sentidos—nunca lo expulsaron de un juego—, Sol Miguel Cuevas dijo adiós al béisbol con 39 años, cuando ya su cuerpo no aguantaba más.
En su libro, Raúl Arce y Leonardo Padura le preguntaron al Don qué sintió el 21 de noviembre de 1974, en su ceremonia de despedida oficial, durante un desafío entre Cuba y Japón. El inolvidable bateador no dudó en responder: “me quedó un vacío”. La pelota cubana sintió ese vacío, porque había quedado sin el slugger más importante de los años sesenta.
Actuación en Series Nacionales de Miguel Cuevas Piedra:
13 Series jugadas (desde 1962 hasta 1974)
847 Juegos
83 Jonrones
573 Carreras impulsadas
279 Average

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